Documental: La batalla de Chile III - Comentado por: Arnaud Alain

FICHA TECNICA REDUCIDA:
Dirección, producción, guión: Patricio Guzmán.
Director de fotografía y cámara: Jorge Müller Silva.
Montaje: Pedro Chaskel.
Sonido directo: Bernardo Menz.
Casa de producción: Equipo Tercer Año (Patricio Guzmán).
Soporte de rodaje: 16 MM. Blanco y negro. Soporte definitivo: 35 MM (1.85), DVD y Beta Pal.


SINOPSIS DE LA TERCERA PARTE (“El Poder Popular”, 82’):
Al margen de los grandes acontecimientos que narran los filmes precedentes ocurren también otros fenómenos originales, a veces efímeros, incompletos, que recoge la tercera parte. Numerosos sectores de la población y en particular las capas populares que apoyan a Allende organizan y ponen en marcha una serie de acciones colectivas: almacenes comunitarios, cordones industriales, comités campesinos, etc., con la intención de neutralizar el caos y superar la crisis. Estas instituciones, en su mayoría espontáneas, representan un “estado” adentro del Estado. 



 Por: Arnaud Alain
El Poder popular es la tercera y última parte de La batalla de Chile. Retrata las movilizaciones populares en el periodo de tensiones que atraviesa el país durante el mandato de Salvador Allende, particularmente entre octubre de 1972 y el golpe de estado del general Pinochet el 11 de septiembre de 1973. Esta última parte de la trilogía no sigue cronológicamente las dos otras, sino que se concentra en hacer el retrato de la clase trabajadora y sus iniciativas de organización popular paralelamente a los hechos relatados en las dos primeras partes: La insurrección de la burguesía (principalmente desde las elecciones de marzo de 1973 hacia junio del mismo año) y El golpe de estado (de junio a septiembre de 1973).


La batalla de Chile.

En 1970 las elecciones llevan a la presidencia el candidato de la Union Popular Salvador Allende. Frente a sus reformas –nacionalizaciones, aumento de los salarios, reforma agraria– la oposición de derecha junta con el gobierno norteamericano organiza protestas para desestabilizar el gobierno: paro de los transportistas y industrias en octubre de 1972, boicot norteamericano y escasez debida al hecho de qué los comerciantes prefieran vender sus productos de alimentación al mercado negro.

Los trabajadores apoyan el gobierno de Allende, y para superar esta crisis se organizan –“sin armas”– para la supervivencia. Establecen transportes alternativos durante el paro de octubre de 1972, comités de vigilancia para asegurar la producción en las industrias, cordones industriales (agrupaciones de fabricas y empresas que coordinan las tareas de los trabajadores de una misma zona); dice Guzmán que son “el primer germen de poder popular en Chile”. También se crean comandos comunales, juicios populares y cooperativas de alimentación. Los obreros de las ciudades se unen con los campesinos para resistir al bloqueo. Los trabajadores forman una suerte de Estado alternativo adentro del propio Estado chileno.

En las minas también los trabajadores se organizan y consideran que hay que “aprovechar el momento de ascenso de las masas para movilizar objetivos de clase”. Un obrero afirma que llegó la oportunidad de “transición al socialismo”. Llegó el momento para el pueblo de tomar el poder.

¿Quién cuenta la historia?

El Poder popular se estrenó por primera vez en 1979 en muchos países del mundo bajo la dictadura de Augusto Pinochet –solamente en 1996 en Chile...–. Patricio Guzmán se posicionó claramente a favor de los trabajadores, y lanzó en el escenario político internacional imágenes que no tenían más de 8 años. Más allá del hecho de hacer vivir la memoria de la resistencia de los trabajadores, el director presentó su filme como un documento que evidenciaba esta experiencia. El documental mismo se convirtió en un filme-acción, para recordar al mundo que todavía seguían la dictadura y la opresión en el momento del estreno en Chile.

El 11 de septiembre, día del golpe de estado, Salvador Allende hablando de los golpistas declaró: “Tienen la fuerza, podrán avasallarnos pero no se detienen los procesos sociales ni con el crimen ni con la fuerza. La historia es nuestra y la hacen los pueblos”. En La batalla de Chile, Guzmán subvierte el paradigma según el cual son los vencedores que escriben la historia. Aquí los trabajadores se organizan para ser los dueños de su propia historia, y la cámara de Guzmán está presente entre ellos precisamente para registrar esto. Los cordones industriales y demás comandos comunales se crean para actuar en el presente, y al mismo tiempo los trabajadores están escribiendo sus memorias frente a la política de los golpistas que luego aplicarán represiones con el fin de limpiar aquellas memorias. Con su película, el director las proyecta hacia el futuro para evidenciar y visibilizar la lucha de todo un pueblo. Y a pesar del golpe de estado y de la dictadura los trabajadores no fracasaron nos dice Guzmán, lograron poner adelante su capacidad de organizarse “sin armas”, o según el lema que retuvieron después de los paros de octubre de 1972 lograron crear el poder popular.


El cine a patadas con el poder

Una de las reivindicaciones de los trabajadores es la “participación política”. Podemos considerar el propio documental como una metáfora de ésta. En efecto la cámara de Guzmán se mueve entre los trabajadores en sus reuniones, interactúa con ellos, hasta provocar los encuentros. El director asume la presencia del equipo de filmación –muchas veces se ve el micrófono y se siente la presencia de la cámara– que se vuelve un actor dentro del proceso organizacional.

A lo largo del documental Patricio Guzmán hace una serie de retratos de trabajadores. Está en el medio de su lucha y hace posible su visibilizacón. Hay muy poca música adicional, más bien lo que escuchamos es el sonido de ambiente y la propia voz de los obreros y campesinos, sea con entrevistas callejeras o con planos observacionales de sus actividades. Así como espectadores somos como en medio de la organización, testigos de la creación del poder popular. En efecto en esta parte los que Guzmán filma nos son las personalidades políticas, ni siquiera Allende o su gobierno –o poco–, más bien si ellos son presente, lo son a través de la voz de los trabajadores. El punto de enunciación de la película es compartido entre: por una parte Guzmán mediante la voz del narrador, y por otra las distintas voces del pueblo chileno en lucha.

1973 se aleja poco a poco en nuestras memorias. Desde entonces la dictadura cayó y Pinochet falleció. Pero como nos recuerda Patricio Guzmán la lucha no se acabó. Por un momento se termina la trilogía, y en un último clamor lanza un obrero a tiempos venideros: “¡Nos vamos caminando compañeros!”.




1 comentario:

  1. Comentado por Estefanía Luna

    "El poder popular" evidencia, a partir del equipo de rodaje, una cámara testigo de diálogos y encuentros entre la clase obrera chilena, los funcionarios públicos y los gremios industriales. Esta cámara acompaña también a los personajes en la construcción de una memoria que se construye a lo largo del documental como resultado de la organización social. La voz de las clases populares se apropia del discurso de un gobierno, cuyos tintes socialistas resaltan no tanto por la voz del presidente en turno como por el testimonio de los actores presentes en el documental.

    Considero que en esta parte se busca dar mayor significado a un modo de representación participativo, en donde el equipo de producción se hace presente como miembro de una sociedad que escribía su pasado en un aquí y ahora. La construcción de la memoria que está en juego en el documental busca, como lo menciona Nelly Richard, que el espectador se identifique como el sujeto histórico que se conforma y se transforma en una sola voz.

    Comparto con Arnaud la observación acerca de la importancia que tiene "la participación política" como un elemento discursivo, metafórico, que trasgrede la mera locución sonora para ampliar el margen de participación que la cámara cumple en esta tercera parte de "La batalla de Chile". Coincido también en que el trabajo de Patricio Guzmán es claro en cuanto a la actualización de una memoria que se convierte en una lucha transnacional por no olvidar.

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