“Memoria y TRANS-FORMACIÓN. Los alcances políticos del Yo y del Nosotrxs”


Diana Elizabeth Castellanos Leal (Gabrielle Esteban)*

“(…) tratando de recomponer con tantas astillas dispersas el espejo roto de la memoria…”
Gabriel García Márquez en Crónica de una muerte anunciada




En este documento quiero profundizar algunas reflexiones sobre la memoria, que ya habían sido tema de análisis en el documento “La importancia de llamarse Ernesto”, en dónde a partir de la discusión sobre mi nombre legal y mi nombre cultural e identitario, esbocé la cuestión sobre qué tipo de memoria estoy construyendo como persona Transgénero. En esta oportunidad, me enfocaré en dilucidar de qué hablamos cuando hablamos de “memoria” y a partir de allí, haré un análisis entre mi memoria individual y la memoria colectiva, de lo que aquí denominaré “Sector LGBTI[1]”, para poder plantear algunas cuestiones sobre mi construcción identitaria y la importancia del “Yo y del Nosotrxs” en ese proceso.

Para ello, quiero poner en diálogo a dos autores: Maurice Halbwachs y a Elizabeth Jelin. Ésta última, precisamente, parte de la pegunta ¿de qué hablamos cuando hablamos de memoria?, a lo que responde presentándola en dos perspectivas diferentes; primero, como una herramienta teórico-metodológica para el estudio de distintas disciplinas, y la segunda, como una categoría social utilizada para la creación del sentido común. A lo largo de su trabajo, Jelin se enfoca en este último uso de la memoria, para comprender, cómo ésta es un ejercicio singular, que determina la identidad y la unidad temporal con la que permanecemos en el presente.

Sin embargo, y en esto confluye con Halbwachs, la memoria sólo es posible, aún a pesar del ejercicio singular y de que los recuerdos «son» de unx, si esta se construye en tanto tiene un significado colectivo, precisamente porque “(…) Hay un plano en que la relación entre memoria e identidad es casi banal, y sin embargo importante como punto de partida para la reflexión: el núcleo de cualquier identidad individual o grupal está ligado a un sentido de permanencia (de ser uno mismo, de mismicidad) a lo largo del tiempo y del espacio. Poder recordar y rememorar algo del propio pasado es lo que sostiene la identidad” (Jelin, 2001: 7) Al tocar la relación entre memoria e identidad, Jelin nos pone en la discusión todavía álgida sobre cómo ésta última depende necesariamente del diálogo y encuentros y de desencuentros entre el “Yo y el Nosotrxs”. Es así como podemos ver que los recuerdos son construidos individualmente, pero sólo tienen significado y sentido si son “recordados” con los otros, porque la memoria viene a ser el vínculo que nos une, nos da unidad, nos asimila a un “algo” más complejo y que va más allá de la experiencia personal.

Halbwachs en ese sentido, era consciente de que “el primer testigo al que siempre podemos recurrir somos nosotros mismos” (Halbwachs, 2004: 24) y que además «nunca estamos solos»; sin embargo, la memoria tendrá un significado para el “Yo y el Nosotrxs”, si esa reconstrucción se realiza a partir de “(…) datos o nociones comunes que se encuentran en nuestra mente igual que en la de los demás, porque pasan sin cesar de éstos a aquélla y viceversa, lo cual sólo es posible si han formado parte y sigan formando parte de una misma sociedad. Sólo así puede entenderse que un recuerdo pueda reconocerse y reconstruirse a la vez” (Halbwachs, 2004: 34) Para Halbwachs, los recuerdos individuales son importantes para la colectividad porque en ellos se producen los significados y las transformaciones que nos permiten interactuar con los otros.

En ese sentido, el autor refuerza esta idea al decir que “(…) La memoria colectiva, por otra parte, envuelve las memorias individuales, pero no se confunden con ellas. Evoluciona según sus leyes, y si bien algunos recuerdos individuales penetran también a veces en ella, cambian de rostro cuando vuelven a colocarse en un conjunto que no es una conciencia personal. Consideremos ahora la memoria individual. No está totalmente aislada y cerrada. Muchas veces, para evocar su propio pasado,  un hombre necesita recurrir a los recuerdos de los demás. Se remite a puntos de referencia que existen fuera de él, fijados por la sociedad” (2004: 54) Con lo anterior podemos comprender la importancia del concepto que Halbwachs introduce, los “marcos sociales de la memoria” que se dan en función de las relaciones sociales para generar una identidad, y en dónde las instituciones encargadas de reproducir esa memoria son la familia, la religión y las clases sociales, en una marco específico y ya en sentido más general, el tiempo, el espacio y el lenguaje.

De estos planteamientos naces dos preguntas: ¿A quién le interesa la memoria? ¿Para qué sirve hacer o mantener la memoria? Con ellas intento comprender el por qué del volcamiento de las ciencias sociales, y sobre todo de las organizaciones sociales, de los grupos y activistas, por crear y visibilizar la memoria, en un contexto en el que la memoria es casi un imposible, pues los acontecimientos son tan fluidos y efímeros, que pareciera que la memoria es una contradicción en tiempos de vivir “sólo el día”. Sin embargo, tomaré como ejemplo mi experiencia personal, para explicar ese juego entre la memoria individual y colectiva y los derroteros que se marcan para la construcción de ésta. Mi accionar como activista del Sector social LGBTI, fue de mayor intensidad durante el periodo 2005 al 2010. Mi elección para escoger este periodo no es caprichosa, pues han sido justamente el mismo periodo en que inicié mi proceso de construcción y nombramiento de “Gabrielle[2]”, que ha significado precisamente la posibilidad de pensarme de manera individual, subjetiva y también, de pensarme para, con, entre y resistiendo a los demás; de esta manera la memoria de Gabrielle, que aunque subjetiva, hace parte de una construcción colectiva de ese Sector social.
que permitieron mi tránsito de Diana (mujer, con prácticas lésbicas, joven, estudiante, no sujeto político) a Gabrielle (sujeto política inclasificable[3]) y de la movilización de un sector social a su inmovilidad aparente, en el mismo lapso.

Para responder a este cuestionamiento, traeré a colación lo que Elizabeth Jelin“Colombia es la tierra del olvido”. Inicio éste documento, a partir de la sentencia enunciada por Adriana Ospina[4], pronunciada en el marco de la preparación de una serie de talleres para organizaciones LGBTI, con el objetivo de recuperar las memorias de quiénes hemos sido activistas de este sector social durante el periodo 2005 - 2010 –“Es que Colombia es la tierra del olvido”-. Claro, esa aclaración no era gratuita o traída de los cabellos, era la respuesta que necesitábamos escuchar, en especial yo, que al igual, que otras personas compatriotas en el exterior, he tenido una preocupación constante por comprender ese fenómeno en nuestro país. La memoria, en la tierra del olvido, se convierte en una de las luchas necesarias, para dejar constancia de la existencia.La memoria
Inicio este documento con dos objetivos: en primer lugar, poder recosntruir mi memoria si esta fuera una especie de mancha sobre el conocimiento y sin embargo, el resultado más evidente ha sido el auge, la “sobre – oferta” de biografías, autobiografías, de “ego – historias” (Alfurch, 2007) El sujeto social autorepresentándose ha sido un momento culmen, pero problemático y ambiguo.


No contar con una historia “oficial” del Sector LGBT en Colombia, y en especial en Bogotá, nos muestra una debilidad y una oportunidad. Debilidad en tanto que hace obvio la despreocupación de quiénes trabajamos dentro de este Sector social por plantear un visión política a través del reconocimiento de lo que se ha hecho, de los aprendizajes, de las historias, de nuestra capacidad de agenciamiento, de las fallas que hemos tenido y desde allí trazar las acciones futuras, que nos permitan construir un modelo de sociedad diferente, respetuoso de la diversidad, por ejemplo. Oportunidad, porque nos posibilita crear o disponer de otros elementos, diferentes a la narración de una sola voz o de un solo estilo “legítimo” que cuente “una sólo historia”. Al no haber una historia, ésta se puede crear. Es más… la podemos crear.

Es por ello que la metodología que propongo para desarrollar este artículo parte de hacer una narración cronológica de las transformaciones de mi cuerpo, como un lugar esencial de producción de conocimiento y de ejercicio político, en primer lugar, para mí mismo y luego, para las organizaciones de las que he hecho parte. Es a partir de esas transformaciones que hago los vínculos más importantes con la memoria del Sector LGBT Bogotá. Para ello compartiré apartados de estilos literarios que no son considerados académicos como poemas y fragmentos de mi diario personal, que permitan una mayor contextualización, pero sobre todo, que legitimen las formas, los instrumentos, las reflexiones que por mí mismo he realizado. Por otro lado, sería bastante más fácil buscar bibliografía, sobre todo europea, que entre líneas valorice, legitime, haga más académico lo que aquí planteo. Pero nuestra memoria, nuestras voces y nuestras palabras también debemos decolonizarlas y más allá de eso, saber que tenemos cómo y con qué construir un conocimiento propio, por ello me basaré en investigaciones latinoamericanas que hayan tratado el tema.

Al realizar este artículo y repasar el camino andado en esta búsqueda personal, búsqueda que muchos otrxs también están realizando, veo con más claridad la importancia que han tenido las organizaciones (Mujeres Al Borde, Proyecto Transgénero y Colectivo Sentimos Diverso) y las personas que la conforman, para responder cuestionamientos, dudas, a veces existenciales, en la influencia que tuvieron y tienen para construirme como sujeto político y en ver con respeto el trabajo y los aportes que cada una de ellas hace a sus contextos históricos, sociales y culturales y valorarlo constantemente, porque es de allí de dónde viene la transformación de mentes y de perspectivas como la mía. A todas ellas dedico lo aquí escrito.

1.    TRANS… FORMACIÓN

¿Por qué mis ojos no reflejan
El hueco inmenso que llevo dentro?
Ese hueco no lo llena ni silicona,
Ni carne, ni mi propia carne,
Es un hueco que se llena de ilusión,
De espejos ya no tan rotos,
De sonrisas ya no tan escondidas,
De placeres, ya no tan monstruosos…
Claro que soy un hombre divertido…
Divertido, porque me burlo de mi mismo,
Copia, mal copia de un hombre…
De voz no simulada, de senos no ocultos,
De vagina no silenciosa… de mujer,
Que huele a mujer y sabe a hombre…
Copia, mala copia de hombre salí,
Gracias a dios…
Que ahora si puedo inventarme…
 (Esteban & Castellanos Leal, 2010)


La memoria, como un lugar de análisis no es nueva. En Latinoamérica se ha convertido en una categoría social, frente a la cual se debaten distintos actores políticos, que pretenden recuperar algo de lo no escrito o de lo no dicho en momentos específicos de las historias de nuestras naciones. Las dictaduras militares en Chile, Argentina, Uruguay, Bolivia, Perú, Ecuador, Panamá, Colombia, etc., son el ejemplo más claro. Pero ¿qué es la memoria? Podríamos pasar por la definición simple, la cual se centra en un proceso de almacenamiento y codificación de información. Actualmente, hay una preocupación creciente por guardar y preservar los millones de datos, de imágenes, nombres, acciones, eventos, proyectos, escritos que se producen a diario; sin embargo, por si sola una fotografía o un escrito no significa nada. ¿Alguna vez han visto en sus redes sociales fotografías de personas desconocidas? Uno las pasa, casi sin parar, porque la imagen no se conecta con un sentimiento propio. Por eso,
(…) “Abordar la memoria involucra referirse a recuerdos y olvidos, narrativas y actos, silencios y gestos. Hay en juego saberes, pero también hay emociones. Y hay también huecos y fracturas” (Jelin, 2001).


No todo lo recordamos, pero lo que sí es porque tiene una significación. Tiene un sentido. Sin embargo, con respecto a la memoria, el pasado no es algo inmóvil. Yo la entiendo como una estrategia de poder y como una acción retroactiva. Ésta actúa de manera casi mágica: transforma la percepción del que recuerda y lo que recuerda. Esto quiere decir que él o la que piensa estando en el presente, según su contexto, las experiencias que vive y el conocimiento que adquiere, resignifica su pasado, transformando - se su presente y proyectando – se su futuro. Eso es lo que permite decir que la memoria es transformadora.

Es un periodo relativamente corto el que nos interesa, pero absolutamente  relevante. Sin duda, hacer la memoria del Sector LGBT, es la oportunidad de significar, los hechos y lxs actores políticos de los últimos cinco años. Lo contradictorio del asunto, es que siendo conscientes de que este periodo ha significado la constatación de que existimos y de que la memoria, como una búsqueda política, ha sido una constante para las personas y de algunas organizaciones que hacemos parte del Sector LGBT, porque ya en el año 2002, veíamos con claridad que,
“Otra de las demandas permanentes en los encuentros del Sector LGBT ha sido el tema de su historia y su memoria. La necesidad de la historia propia es y ha sido uno de los elementos de lucha más importantes en los movimientos sociales pues permite hacer evidente su presencia en el tiempo y el espacio de las sociedades; es de cierto modo, un manifiesto de “eso somos” y “aquí estamos” necesario para existir como sujetos colectivos. Esto ha sido una demanda apremiante en grupos sociales que normalmente no se tienen en cuenta en los grandes relatos históricos, como le ha sucedido a las comunidades Afrodescendientes, a los Pueblos Indígenas, a las propias mujeres, quienes por lo general solo figuran como mano de obra o como reproductoras, pero no como personas actoras de un mundo propio. Por eso, la historia construida y apropiada por los movimientos sociales, es en cierto modo, “un cuento que se cuenta”, que nos contamos con base, sin duda en el trabajo metódico sobre la memoria” (Ramírez Mateus y Corredor)

Encontramos que los esfuerzos han sido vanos. Queremos historia, queremos memoria, pero no la hacemos. Preferimos los datos sin sentido, que hacen referencia a todo un sector social[5].

El concepto transformación no lo utilizo adrede. Para mí, que soy un transeúnte, un nómada del género tiene mucho valor. Convertirse en lo deseado, pasa por procesos como el autoreconocimiento, la verbalización de ese autoreconocimiento y emprender las acciones que vayan en pos de eso que reconocemos en nosotrxs. En medio de esto es cuando nos encontramos – desencontramos, dialogamos – debatimos – discutimos, con el Otrx. Es así como nadie recuerda sin el Otrx y tampoco es posible transformase sin el Otrx. Veámoslo.

a.    Puntos de Encuentro…


12 de marzo de 2005. Una fecha cualquiera, pero la recuerdo porque fue la primera vez que participé en una reunión de una organización perteneciente al Sector LGBT. Estaba en octavo semestre de mi carrera de Ciencias Sociales. Dos semanas atrás mi compañera de clase Marleny Cárdenas, creo que por pura intuición, decidió invitarme a que juntas hiciéramos un proyecto de tesis en el que habláramos del Sector LGBT (¿del sector qué?, me pregunté para mis adentros, porque a pesar de vivir con una mujer, y no precisamente como mi compañera de apartamento, sino como mi pareja sexual y afectiva, la verdad no me identificaba como lesbiana. Catalina León[6], mi pareja de ese entonces, tampoco.) Incluso me pareció más interesante participar en la propuesta de mi compañera porque conocí Mujeres Al Borde, una organización de mujeres lesbianas, bisexuales, trans e intersex, que a través de la creación artística, la producción cultural y comunicativa y el trabajo de base, abren espacios de visibilización, reconocimiento, reflexión y respeto sobre las múltiples posibilidades de ser mujer[7].

El lugar de reunión no podía ser otro que en la localidad de Chapinero. El escenario era el siguiente: sobre la carrera 13 con calle 58 había un pequeño restaurante. Pero si uno se iba a la parte de atrás, siguiendo las indicaciones del vigilante llegaba a un lugar oscuro. En las noches era uno de los salones de Theatrón, la discoteca gay más conocida en Bogotá. A lo lejos se escuchaba las voces nítidas, alegres de dos mujeres hablando. Ana Lucía Ramírez y Claudia Corredor dirigían la reunión y se mantenían escuchando atentamente el sinnúmero de historias de otras mujeres. Todas nos presentábamos y respondíamos alguna pregunta. La de esa ocasión era: ¿Qué crees que sucedería si tu mamá se entera de que te gustan otras mujeres? Rostros a media luz, voces tímidas, murmullos, risas, miradas que se cruzaban y todas contando los pequeños apocalipsis que podrían desatarse si algunas mamás se enteraran en lo que andábamos... otras, nos daban un poco de fe, diciéndonos que habían mamás muy comprensivas, o muy despistadas… Luego la película: “Mejor que chocolate”. Se me abrió otro mundo.

Ese también fue el inicio de mi formación política. En ese momento lo cierto era que me pesaba pensarme como “mujer”. Sí ser mujer no fuera una imposición sino una de tantas opciones, quizás hubiese optado por serlo, pero me pesaba ser mujer porque otrxs creían que era lo que debía ser. Esto además, se entrecruzó con la posibilidad de comprender a Diana desde el deseo y el deseo como un motor político desestructurante, que me permitía encontrarme con otra mujer, o con un hombre, a un o una trans, a alguien Intersex… al otrx y subvertirnos a sí mismas convirtiendo lo abyecto del cuerpo, de las prácticas sexuales, del erotismo y del amor, en un discurso político femenino.

Mi formación política como activista social no podía iniciar mejor. Sobre todo cuando para el año 2005 uno de los principales problemas del Sector LGBT era, y sigue siendo, la endodiscrminación. El exitoso trabajo político de la Mesa LGBT Bogotá, como la alianza con el Movimiento de Mujeres y el acuerdo programático con el Alcalde Mayor de Bogotá, durante su candidatura, era permeado por los no reconocimientos, ni nombramientos de bisexuales y trans y la mutua exclusión entre lesbianas y gays. En ese entonces aún era muy fácil encontrar organizaciones que exaltaban la brusquedad del fundamentalismo identitario como una forma de “reafirmación” política. Eso lo explico atendiendo a la siguiente tesis:

“(…) la memoria, al poner en evidencia acontecimientos comunes a un grupo excluido, es capaz de crear lazos de afecto, resistencia e identidad colectiva” (Ramírez Mateus A. L., 2007)

¿Pero eso es posible en un grupo disperso, que se ha organizado en distintos momentos y por diferentes reivindicaciones? ¿Es posible crear lazos de afecto entre un grupo excluido que entre sí se excluye? Creo que no. Es lógico. El contraste era bastante duro: ver el esfuerzo y la apuesta política porque dentro de una organización se visibilizaran mujeres, pero todas diferentes –femeninas, masculinas, andróginas, transfemeninas, mujeres transexuales, intersex- y tantas otras posibilidades del cuerpo y de lo femenino, mientras seguían existiendo organizaciones sólo para gays, sólo para lesbianas, sólo para trans, ninguna de bisexuales, ninguna de Intersex y en dónde debía probarse en el caso de estas dos últimas identidades que no se era un o una heterosexual camufladx o un Intersex imaginarix. Los lazos de afecto entre iguales claro que se dan, pero entre quiénes somos y nos vemos diferentes entre sí, ¿es posible? Creo que no hay ni voluntad ni una mirada política sobre las posibilidades que implican trabajar con el principio de alteridad.

Por otro lado, es durante el año 2006 que la Mesa LGBT Bogotá, cierra un ciclo de trabajo que había sido iniciativa del Proyecto Planeta Paz[8], en dónde las y los activistas se formaron políticamente, crearon una agenda para el sector, cuando ni si quiera lxs activistas sabían qué era una agenda… visibilizaron la temática dentro de la agenda nacional en el marco de los diálogos de paz entre actores armados y el gobierno de Andrés Pastrana, y por primera vez se pensó en el conflicto armado y sus consecuencias en el cuerpo, como “primer territorio de paz”[9] y se crearon las primeras redes de trabajo regional; sin embargo el proceso se agota, y tanto para Planeta Paz como para el Sector LGBT, los objetivos de trabajo cambian… la Mesa Nacional LGBT tiene su última reunión en noviembre de 2006 y desaparece. Era imposible el trabajo común, las distancias ideológicas y geográficas, la falta de financiación, la imposibilidad de crear una dirección a nivel nacional, fracturaron un proceso, que propició sin embargo, que se iniciara otro ciclo de crecimiento y aprendizaje para quiénes nos organizábamos en Bogotá.

b.    Puntos de giro
“Jugamos… jugamos a ser otras, o no, mejor… jugamos a ser otros, jugamos a ser estrellas, cantantes, algunas nos creímos actores, galanes de televisión que con sólo mirar derretíamos. Pero algunas, no jugaban con nosotras, porque no se habían disfrazado, sino que se aprovecharon de la noche para vestirse de lo que realmente eran: esos personajes de ficción. Mientras todas jugábamos, ellas por una noche se convertían en lo que los demás pensaban era algo irreal, pero ellas, las que no se habían disfrazado, sino las que al fin se encontraron en una ropa de mariachi, de bandolero o de jugador de fútbol, ellas eran las estrellas.
Esa noche conocí a Andrés… un hombre muy atractivo, salvaje, diría yo, que no permitía más cercanía que la de su mirada, seductor en toda el sentido de la palabra; tenía en lo recóndito algo de indomable que atraía más que ninguno. 1.65 m de estatura, fornido, trigueño y con unos lindos ojos marrones enmarcados en unas pestañas de nunca acabar. La mujer que había en él, se perdió en la tarde, antes de entrar en ese bar…” (Esteban & Castellanos Leal, Fotobiografía, 2006)[10]

23 de octubre de 2005. No sé cuántas veces me he referido a esta fecha. No sé cuántas más lo vaya a hacer. Sin embargo, para mi ninguna otra tiene tanta claridad en mi memoria, como un momento en que mi visión del mundo y la perspectiva con que hacía mi trabajo cambió por completo. Fue en un acto simple, pero lleno de simbolismo y de significado. Cortarme el cabello, creo que ha resultado ser uno de los actos de autoafirmación más potentes, cuestionadores y desestructurantes.

El cuerpo como un territorio de exploración, de liberación, de resignificación nos dio bastante sobre qué reflexionar en nuestra formación profesional. Ese fue también el primer ejercicio para el Sector Social LGBT en sus inicios dentro del, en el año 2001.






*Maestría en Antropología Visual y Documental Antropológico. Facultad Latinoamérica de Ciencias Sociales, FLACSO – Ecuador. Pensamiento Político. Profesor: Eduardo Kingman


[1] A nivel mundial la sigla o acrónimo más utilizado es GLBTTTI (gays, lesbianas, bisexuales transgénero, travestis, transexuales e intersexuales), utilizada por las organizaciones y movimientos sociales de diferentes países como un instrumento de autodenominación política e identitaria de las personas con orientaciones sexuales, identidades y expresiones de género y perspectivas de cuerpo diversas. En Colombia se utiliza el acrónimo LGBT (lesbianas, gays, bisexuales y transgeneristas). La propuesta del concepto “transgenerista” ha sido muy debatida en los medios académicos, pues es una mal traducción de transgender, que realmente sería “transgénero”, tal como se utiliza en otros países. Esta discusión también abarca la oposición que existe a tratar de juntar en una sólo concepto tres identidades distintas, que lo único que logra es invisibilizar aún más las especificidades y los derechos que las personas transgénero, travestis y transexuales, reclaman según sus diferencias.
[2] Mi nombre cultural e identitario.
[3] Gabrielle,  sujeto político con espacio para albergar tantas etiquetas como posibilidades de ser; las etiquetas en ese cuerpo sexo-genérico se caen todas… como si el adhesivo de la etiqueta no durara mucho tiempo en sostenerse.
[4] Psicóloga colombiana que hace parte de “Las Hilanderas”, una propuesta de intercambio cultural itinerante por Latinoamérica.
[5] A pesar de la existencia de muchas tesis de pregrado y posgrado que buscar reconstruir la memoria del Sector LGBT, no nos hemos apropiado de ellas, más bien, hay un desinterés académico frente a lo que en las universidades se está hablando sobre nuestro Sector. Ese es uno de los tantos ejemplos de nuestra irresponsabilidad como activistas frente a este tema.
[6] Su nombre aparece en este documento con su autorización.
[7] Pueden visitar su página web: www.mujeresalborde.org
[8] Se puede consultar la caracterización del Sector LGBT realizada dentro del proceso iniciado con Planeta Paz en http://planetapaz.org/index.php?option=com_docman&task=doc_view&gid=49&tmpl=component&format=raw&Itemid=14
[9] Pueden consultar el vídeo en http://www.youtube.com/watch?v=5Eq2cSSe_yY. Realizado por Al Borde Producciones en el año 2001.
[10] Referencia a la Noche de Transformismo realizada el 15 de octubre de 2005, con mujeres Al Borde.

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