Documental: La ciudad de los fotógrafos - Comentada por Duván Londoño

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Director: Sebastián Moreno
Asistente de Dirección: Claudia Barril Guión Claudia Barril, Nona Fernández, Sebastián Moreno
Investigación: Claudia Barril, Sebastián Moreno
Director de fotografía: David Bravo, Sebastián Moreno
Música: Manuel García, Silvio Paredes Sonido Erik Del Valle
Montaje: Teresa Viera-Gallo
Producción: Ejecutiva Sebastián Moreno



Reseñado por: Duvan Londoño, Maestría en antropología Visual.
Clase de Documental: cine, fotografía y memoria



El realizador Sebastián Moreno da un punto de vista sobre la dictadura militar chilena, la mirada de los fotógrafos que retrataron una sociedad en una época cargada de violencia, pero al tiempo, estos fotógrafos evidenciaron con cada una de las fotografías de protestas, abusos del poder, maltratos, los peligros de los regímenes autoritarios, y con esto se formaron y crearon un lenguaje político. 
Este documental está narrado polifónicamente, la voz del director quien de manera reflexiva cuenta su experiencia siendo él hijo de unos de los fotógrafos que hiso parte de la asociación  de fotógrafos independientes (AFI), quienes son los personajes principales de esta producción, a ellos fotografiar se convirtió en una práctica libertaria, de sobrevivencia y de denuncia. Practica que sirvió de apoyo al testimonio de las víctimas de la dictadura, como evidencia en los procesos judiciales que en regreso de la democracia se llevaron contra los altos líderes políticos del régimen militar.

Una producción políticamente comprometida con la memoria, donde se evidencia una militancia de los fotógrafos con las víctimas, una narrativa desde el recuerdo, una historia no oficial, donde los archivos se constituyen como elemento vital, no solo como evidencia de los crímenes de estado, si no como huella de los desaparecidos, que encarna para los sobrevivientes la ausencia de sus familiares, amigos y compañeros de lucha. En este sentido “La Ciudad de los Fotógrafos” congrega en un solo documento diversas formas de documentar una época histórica de una nación.

El director asume una postura, que reivindica el oficio de los fotógrafos en tiempos de incertidumbre, y como estos permitían ver en detalle las practicas del terror, donde la imagen, en este caso la fotografía, se erige como la “verdad” de quienes fueron victimizados, pero éstas acciones implicaba exponerse al peligro de ser perseguidos, encarcelados, desaparecidos y en algunos casos asesinados, para evitar, como lo anuncian los mismos fotógrafos, que sus imágenes confrontaran el poder y sus cámaras fueran las armas más contundentes de la oposición política y de los movimientos sociales.

La fotografía se erige como una forma de hacer memoria frente a otras maneras de recordar, pero esta no se sobre pone al testimonio de los fotógrafos y de las víctimas, al contrario juega de manera dinámica con memoria oral como contra parte de la memoria visual y combina de manera sutil archivos sonoros, audiovisuales y periodísticos que refuerzan lo ya evidenciado por la fotografía. El documental privilegia acciones directas sobre la memoria, recordar, reencontrar y rehacer, como ejercicio para evitar el olvido provocado por el paso del tiempo y los silenciamientos del poder con actos contra la libertad de expresión como la censura. Realza la conciencia de los fotógrafos, las implicaciones de tomar una foto, al tiempo que señala cómo el retratar una violencia  ya cotidiana, los ponía al borde de ser insensibles frente a una sociedad reprimida y un Estado deshumanizado.

Es por esto que cinematográficamente lo que logra esta película desde la práctica es resarcir el valor de lo humano desde mirada de los fotógrafos, para ello experimenta elementos audiovisuales, como la foto elucidación, un método usado por la sociología y antropología, que hace uso de la fotografía para provocar en los personajes, en este caso los fotógrafos, el recordar, para ello pone de nuevo en lugar de los acontecimientos, poniendo en situación a los protagonistas, y al mismo director, porque es desde la fotografías de su padre es la forma que vuelve a su memoria: “ver esas fotografías es como si hubiera estado allí”, relata  Sebastián Moreno.

Hace uso de las imágenes para explorar la personalidad de los sujetos, al igual que con ellas reconstruye escenas donde la fotografía aporto mecanismos de protesta, en uso en altares públicos dedicados a las víctimas, y fotos colgadas al cuerpo encarnado a ese otro ausente.

“La ciudad de los fotógrafos” nos propone una reflexión sobre la imagen fotográfica  como icono de la libertad en los momentos de más represión, y como está al ser observada opera como ritual de la memoria, actos simbólicos para recordar un pasado tormentos, y de esta forma vivir  un presente más esperanzador.


1 comentario:

  1. Creo que como política de memoria, y como apunta ya Duván, el documental está dirigido al no olvido. En un proceso social de violencia, lo que las generaciones jóvenes desean es seguir, avanzar, dejar el pasado atrás. Lo que se propone en el documental, es visibilizar los crímenes de la dictadura para que no queden en la impunidad. Pero también dar un rostro, humanizar aquello que en abstracto se dice: "los desaparecidos".


    Lo que más me impacta es esa suerte de solidaridad que se construyó entre los fotógrafos. Quienes en su compromiso y valor llegaron a ser un movimiento de resistencia. No solo desde documentar su realidad con la fotografía; sino a través de acciones en el espacio público, las fotos colgadas en el cuerpo, y en los medios impresos.

    Sin embargo, lo que me parece clave, es el análisis que hacen sobre su propio devenir como fotógrafos. Levantan también un fuerte cuestionamiento ante la violencia naturalizada en su propio quehacer. No hay noticia sin represión, sin agresión. Creo que se evidencia aquí el modo y el proceso en que la subjetividad de las personas va incorporando y naturalizando la violencia, en este caso. De pronto, el objeto de lucha se empieza a convertir en identidad social. Y esa reflexión cabal de sí mismos, arroja luces sobre aquellos lados más oscuros de la práctica fotográfica. Podemos ver que la fotografía es un arma, como se plantea en el documental, que dispara el obturador. En ese disparar hay varias consecuencias que pasan por la visibilización, la denuncia, la naturalización de la violencia, hasta la muerte del joven muchacho.

    Lo difícil es saber, que a pesar de las evidencias, de las denuncias, los crímenes quedan ahí. No hubo poder judicial que haga justicia a las víctimas y sus familias. Así que este documental se convierte en una suerte de homenaje al valor de quienes vencieron el miedo y se levantaron ante la opresión, para dar imágenes a parte de la historia.

    Valeria Andrade

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