Documental: Yo, un negro - Comentado por: María José Torres

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3 comentarios:

  1. Yo, un negro nos cuenta la historia de un grupo de migrantes nigerianos que llegaron a Costa de Marfil en busca de trabajo. A lo largo de la película podemos ver la vida cotidiana de Oumarou Ganda (Edward G. Robinson), Petit Touré (Eddie Constantine), Alassane Maiga (Tarzan), Amadou Demba (Élite), Seydou Guede (Facteur), y Karidyo Daoudou (Petit Jules) y las peripecias por las que tienen que pasar para conseguir trabajo. Se trata de un docu-ficción en el que el límite entre la realidad y la ficción no está del todo claro. Rouch está inmerso en la cotidianidad de la vida de los personajes y con una cámara en movimiento constante lleva una técnica que privilegia la espontaneidad más que un trabajo de narración pre-construido. Es de recalcar el trabajo hecho con el sonido. Rouch, una vez hecho el trabajo de filmación, invita a los personajes a que hablen sobre las imágenes. Tenemos así varias voces en off que nos cuentan las escenas. A esto Rouch le agrega comentarios personales.
    Aunque cada personaje interprete su propia vida cotidiana, escogieron nombres ficticios para la película. Hay todo un juego entre las voces. Muchas veces a lo largo de la película el lugar de enunciación es ambiguo y no se sabe desde que punto de vista miramos.
    En lo que concierne la memoria, este film se presenta como un puente entre la vida de los trabajadores negros y las elites blancas que comparten espacios de encuentro pero sin mezclarse. Es también un puente con respecto a la temática de la migración. Rouch, para hablar de los recuerdos de infancia de Robinson, incluye imágenes tomadas con anterioridad en Nigeria. Las imágenes son así usadas como un espejo sobre la vida de los personajes. El sonido también participa en esto, pues grabado ulteriormente, permite a los personajes tomar distancia.
    En lo político, la película es una puesta en paralelo entre la vida precaria que deben afrontar los trabajadores y las elites blancas que pasean por los mismos espacios. Sin embargo no queda claro si la representación de la condición negra es propia de los personajes o es moldeada desde el punto de vista de Rouch.

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  2. Yo, un negro nos cuenta la historia de un grupo de migrantes nigerianos que llegaron a Costa de Marfil en busca de trabajo. A lo largo de la película podemos ver la vida cotidiana de Oumarou Ganda (Edward G. Robinson), Petit Touré (Eddie Constantine), Alassane Maiga (Tarzan), Amadou Demba (Élite), Seydou Guede (Facteur), y Karidyo Daoudou (Petit Jules) y las peripecias por las que tienen que pasar para conseguir trabajo. Se trata de un docu-ficción en el que el límite entre la realidad y la ficción no está del todo claro. Rouch está inmerso en la cotidianidad de la vida de los personajes y con una cámara en movimiento constante lleva una técnica que privilegia la espontaneidad más que un trabajo de narración pre-construido. Es de recalcar el trabajo hecho con el sonido. Rouch, una vez hecho el trabajo de filmación, invita a los personajes a que hablen sobre las imágenes. Tenemos así varias voces en off que nos cuentan las escenas. A esto Rouch le agrega comentarios personales.
    Aunque cada personaje interprete su propia vida cotidiana, escogieron nombres ficticios para la película. Hay todo un juego entre las voces. Muchas veces a lo largo de la película el lugar de enunciación es ambiguo y no se sabe desde que punto de vista miramos.
    En lo que concierne la memoria, este film se presenta como un puente entre la vida de los trabajadores negros y las elites blancas que comparten espacios de encuentro pero sin mezclarse. Es también un puente con respecto a la temática de la migración. Rouch, para hablar de los recuerdos de infancia de Robinson, incluye imágenes tomadas con anterioridad en Nigeria. Las imágenes son así usadas como un espejo sobre la vida de los personajes. El sonido también participa en esto, pues grabado ulteriormente, permite a los personajes tomar distancia.
    En lo político, la película es una puesta en paralelo entre la vida precaria que deben afrontar los trabajadores y las elites blancas que pasean por los mismos espacios. Sin embargo no queda claro si la representación de la condición negra es propia de los personajes o es moldeada desde el punto de vista de Rouch.

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  3. En el film el trabajo colaborativo se torna ambiguo, sobre este tema en algunos artículos sobre esta película una de las críticas a Jean Rouch es esa, que la edición la hizo solo. Sin embargo, pese a este tipo de tratamiento, Yo un negro relata una memoria de los estragos colonialistas en el África, donde la vida de los personajes se ve constantemente figurada por la precariedad, donde los sueños íntimos y materiales se ven difíciles de alcanzar, porque las oportunidades de vida son siempre limitadas. El tipo de memoria política que traza el director es descarnada y si se quiere visceral, en tanto el cuadro de vida de los personajes se ve un reflejo del África condenada a las especies de la explotación y el colonialismo. En las historias de vidas de estos migrantes, el director nos muestra una memoria de la pobreza y la marginalidad, y a la vez un tratamiento estético muy interesante de las relaciones de poder que ese establecen por el orden impuesto europeo, una voz en off que toma conciencia de esta realidad y una posición frente a lo monótono de una vida del trabajo duro y explotado, una reflexión a esta verticalidad, lo que nos lleva a pensar en las relaciones de poder y conocimiento entabladas por Jean Rouch haciendo el film, dónde nos preguntamos si él escapa de esto y de sí mismo, en su condición de blanco europeo en un país africano.

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