Asistido por: Alvaro Silva
Fotografía y cámara: Eric Pittard.
Sonido directo: Boris Herrera.
Montaje: Hèléne Girard.
Consejera artística: Renate Sachse
Produción ejecutiva: Yves Jeanneau y Eric Michel
Casa de producción: Les Films d´Ici y ONF para ARTE.
Soporte de rodaje: super 16 MM en color.
Soporte definitivo: 35 MM (1.85), DVD y Beta Pal.
CHILE: LA MEMORIA OBSTINADA - Por: Ana Lucía Flórez
Ficha técnica
Guión y dirección: Patricio Guzmán.
Duración: 52 minutos
País producción: Chile
Año: 1997
Duración: 52 minutos
País producción: Chile
Año: 1997
Un país sin cine documental
es como una familia sin álbum de fotografías
Patricio Guzmán
Pasados 23 años del golpe de Estado contra el gobierno de Salvador Allende (Chile, 1973), Patricio Guzmán, guionista, productor y director del documental La batalla de Chile I – II – III (1972-1979), vuelve a su país natal con cámara en mano y apoyado por sus películas, en las que se exponía: el movimiento que generó la organización popular chilena aunada al partido de la Unidad Popular, las reacciones que este movimiento provocó entre la burguesía y la violencia que desde allí se desató dando fin al proyecto socialista, la vida de su presidente y la de otros más que desaparecieron con él. Estas cintas, contrario a lo que sucedió con ellas en el resto del mundo, donde, además de ser premiadas en varios festivales, se les reconocía como un documento importante del proceso chileno, en Chile, país de donde precedían, no se les había visto aún. Su distribución interna, durante el tiempo que duro la dictadura de Augusto José Ramón Pinochet Ugarte, estuvo limitada por la censura y, luego, en el escenario de la transición a la democracia, por el escozor que estas imágenes parecían provocar entre los espectadores, muchos de los cuales también habían sido sus protagonistas.
La exhibición de estas cintas en distintos grupos, principalmente, protagonistas y estudiantes, la vuelta a los pasos y espacios donde se grabó La Batalla de Chile y el reencuentro con algunos de los rostros que participaron en ella, dan pie al documental La memoria obstinada, para algunos la IV parte de La Batalla.
Las arrugas, las pausas y los silencios de cada una de estas personas que vuelven a encontrarse al frente del lente de la cámara, junto a las fotografías, las pinturas y las imágenes en movimiento que retienen una parte de la historia chilena, van serpenteando los recovecos de la memoria -la de sus protagonistas y al mismo tiempo la de los espectadores-, una memoria dolida, traumatizada, pero también, como lo propone Guzmán, una memoria obstinada que se preocupa por no olvidar. “Recordar viene de re y cor, cordis, corazón. Re, volver a… corazón. Volver a pasar por el corazón para recordar”, dice hoy un profesor universitario, amigo Guzmán y uno de los protagonistas de la 1ra parte de la Batalla de Chile.
Guzmán también hace énfasis en la importancia del recordar, quizás por eso, utiliza su película y se da la palabra como se la da a los demás personajes, se permite la voz de manera evidente. Al inicio, de manera expositiva, narra algunas de las generalidades históricas del Golpe Militar a Allende, pero luego, en su discurso, se deja ver como sujeto marcado por la experiencia de haber vivido y filmado parte de esa historia; en este proceso involucra a su familia, su tío, quien confiesa haber ocultado en su casa el material fílmico de La Batalla de Chile. Así, aunque en ningún momento se hace alusión directa a lo vivido por Guzmán, la imagen no lo niega, al contrario, lo provoca.
La memoria obstinada también llama la atención sobre la autocensura que se produjo en los recuerdos de miles de chilenos. Y va más allá. Recorriendo la historia se encuentra con otra memoria, una manipulada que manipula. Por eso, esta memoria obstinada también se construye como una memoria punzante que intenta soltar aquellas memorias oprimidas, cohibidas, aquellas que aún con la transición de la dictadura a un gobierno democrático continuaban acalladas por no encontrar en el nuevo establecimiento un espacio apropiado para revelarse. Parece ser, como se ve en la película, que los años noventa llegaron con muchos jóvenes ingenuos e ignorantes de la historia, asunto que preocupa no sólo al realizador de la película sino también a aquellos que participaron de aquel periodo histórico, el mismo que para muchos aunque difícil de recordar es indispensable tenerle en cuenta para seguir.
En el desarrollo de esta película, Guzmán señala la conexión histórica que existente entre la dictadura militar y el periodo que le siguió, lleno de olvidos prestos a opacar un pasado reciente y herido, olvidos programados que pueden verse reflejados, como lo muestra el docuemental, en los chicos de las aulas de clases a los que Guzmán cuestiona. A pesar que, probablemente, sus padres vivieron el golpe, su antes y después, la confusión parece reinar en la juventud. ¿Qué paso? “Nosotros somos la principal consecuencia de este golpe. Nosotros estamos acá discutiendo para eso. Y nosotros deberíamos sentarnos a discutir un poco más, no quien tuvo o no la culpa. Porque no podemos hablar de culpa en un momento así. Alguien nos tiene que explicar. Y yo creo que nosotros, como jóvenes que estudiamos, sea de la universidad que sea, de derecha o de izquierda, deberíamos pedir una explicación a los que en este momento están el poder”, dice y propone una de las estudiantes entrevistadas.
Así, explorando al pasado desde el presente, pero, sobre todo, cuestionando al presente, retomando las palabras de Allende, Guzmán nos recuerda que “La historia es nuestra y la hacen los pueblos”.