Z32: EL PUNTO DE VISTA DE UN HÉROE ASESINO
Israel, Francia, 2008
Director: Avi Mograbi.
Duración 81 minutos
Productor delegado : Serge Lalou
Guionista : Avi Mograbi
Director de fotografía/imágen : Philippe Bellaïche
Director de producción : Bertrand Scalabre
Encargada de prensa (pelicula) : Chloé Lorenzi
Montador : Avi Mograbi
Montador de sonido : Dominique Vieillard
Autor de la música : Noam Enbar
Efectos especiales : Eran Feller
Mezclador : Dominique Vieillard
Guionista : Avi Mograbi
Director de fotografía/imágen : Philippe Bellaïche
Director de producción : Bertrand Scalabre
Encargada de prensa (pelicula) : Chloé Lorenzi
Montador : Avi Mograbi
Montador de sonido : Dominique Vieillard
Autor de la música : Noam Enbar
Efectos especiales : Eran Feller
Mezclador : Dominique Vieillard
Este documental es el testimonio de un soldado de una unidad especial del ejército, que en una misión de venganza por la muerte de seis soldados israelíes, asesina a dos policías palestinos desarmados.
Mograbi asume todo un dilema ético al hacer un documental sobre un soldado israelí. Un soldado que poco a poco, en el ejercicio de la palabra, va comprendiendo la dimensión de sus actos. Pienso que al dar la voz a un asesino inconsciente, ante todo, el director está poniendo en evidencia un mecanismo brutal del Estado de Israel: el servicio militar obligatorio. “La Ley de Servicio de Defensa de 1959, y sus posteriores enmiendas y pautas operativas, establece que todos los ciudadanos israelíes y residentes permanentes, deben cumplir con el servicio militar obligatorio (sherut jova).” (En:
“¿Qué hago cantando sobre él en vez de denunciarlo?” “¿Qué hago haciendo una película sobre él en vez de denunciarlo?” Su esposa misma le denuncia: “No traigas un asesino a mi casa. Estás haciendo esto para después tener una película para mostrar, en base a algo execrable”. Demuestra la opacidad de los sentidos de la representación, la complejidad de los intereses que se ponen en juego, personal y colectivamente. Y la imposibilidad de trazar una línea inequívoca, nuestra experiencia humana está atravesada por las contradicciones.
Este es un documental que moviliza la memoria y la desplaza a ese lugar incierto de la oscuridad del ser humano. Es más fácil ponerse a favor de las víctimas porque creamos un sentimiento empático, se nos activa este sentido de la compasión. Pero qué sucede cuando estamos frente al victimario. ¿Podemos tenerle compasión? ¿Deberíamos sentir compasión? ¿O deseamos su castigo para aplacar esa misma necesidad de venganza que motivó este asesinato?
LOS LENGUAJES DEL CINE Y LA MEMORIA
Esta es una tragedia “musical”, es “la fábula” de un héroe asesino; quien reconstruye su destino trágico, testimonio en primera persona, de los hechos de un soldado idiota predestinados por la Razón de Estado. La médium es su novia que narra los hechos en tercera persona, hasta casi al final, que intenta hacerlo en primera persona pero no es capaz, es muy difícil. Y está el coro cantado por el director, quien con ironía y tristeza va cantando sus reflexiones y dilemas éticos.
El testimonio como forma de representación de la memoria, acerca al espectador hacia el narrador en ese vínculo afectivo de la compasión, en el sentir con, que se crea en el estado de la confesión. Esta es la primera contradicción que enfrenta el espectador. ¿Cómo sentirse o qué sentir ante la confesión de un predestinado asesino? Este testimonio se realiza en tres espacios: en la casa del soldado, en la sala del director y en el lugar de los hechos. En la sala de su casa, junto con su novia, se va reactivando la memoria hasta llegar a comprender que los actos fueron un asesinato. Aparece la necesidad del perdón, del perdón de la novia. En la sala del director, el testimonio es crudo, es emotivo, se nos revela esas sensaciones y sentimientos casi banales que son el motor de esa forma de proceder. Mientras que en el lugar donde sucedieron los hechos, se reactiva la memoria desde la percepción del espacio. Es esta relación con la memoria del espacio, la que permite aflorar esos recuerdos escondidos y despierta la consciencia distanciada. El personaje médium, la novia, oscila en tres voces, yo, tú, él; para en el ejercicio de la palabras desde distintos puntos de vista, poder entender no solo los hechos, sino el estado de consciencia del soldado. En una travesía emocional que se lleva a cabo en los espacios familiares de la casa.
Tomando las categorías de Nichols (1997), la voz del director aparece en un modo de representación reflexivo. Desde la segunda escena Mograbi rompe con un sentido totalizante de la representación, empieza con una media en la cabeza a interpelar al espectador, tanto como a sí mismo. La narración fluctúa entre primera y tercera persona, nos cuenta cosas que ya están pasando en imágenes, pero nos cuenta otras que podrían pasar. Así nos advierte, que es una representación y que la memoria que ahí se plasma es una construcción que podría ser contada de otras formas, con otros sentidos. Luego se/nos pregunta, cómo representar, cómo compartir todos estos dilemas éticos por los que atraviesa. No nos pone una voz en off para construir los argumentos, sino que empieza a cantarlos. No nos expone un pensamiento, sino que comparte sus interrogantes a través de la ironía, del humor, de preguntas más que afirmaciones, desde la canción. Lo que empieza con un piano en su sala, se convierte en toda una orquesta y el documental se convierte en un musical muy reflexivo.
Por otra parte, el uso y manejo de la máscara, no solo sirve para resguardar la identidad del soldado y su novia, sino que tiene todo un proceso muy significativo. Al principio, los rostros están totalmente borrados, aparece una mancha que oculta. Sin embargo, a medida que avanza el testimonio, se exponen los ojos y la boca para humanizar a los personajes, que a través de sus gestos, se van convirtiendo en personas. Finalmente, la máscara ya no oculta tanto como muestra esa humanidad mediante un rostro impuesto. Un rostro que da cuenta de la vulnerabilidad del asesino, del miedo también. Un rostro que interpela nuestras propias máscaras con las que nos presentamos ante los demás, el sentido de la identidad, el temor o el deseo de reconocimiento.
Por último, las imágenes desde planos medios y planos generales contextualizan a los personajes, sin dar tampoco muchos detalles sobre el entorno. Más bien captan esos gestos escondidos tras las máscaras, su expresión corporal. Percibimos la incomodidad de la situación captada en las posturas de los cuerpos. O el canto expresivo de los dilemas éticos. O la sorpresa al reconocer el lugar, al recorrer el espacio de acción que guarda memoria. Es la fuerza de la situación la que devuelve una imagen, más que la construcción de la imagen en la composición. Es una imagen directa que descubre la presencia de la cámara donde nada se oculta, pero nada es transparente tampoco.
Por Valeria Andrade
Nichols, Bill
1997. La representación de la realidad. Cuestiones y conceptos sobre el cine documental, Buenos Aires: Paidós.
Foucault, Michel
2006. Seguridad, territorio, población, Fondo Cultura Económica, Buenos Aires.
Es interesante el ejercicio que propone esta reflexión, sobre el cómo asumir ese otro postura que por razones políticas, y es decir, por una política del olvido, de parte de partes en conflicto, pocas veces los testimonios de las victimarios son tomados como memoria valida.
ResponderEliminarLa película Z32, nos exige como espectadores entender otro tipo de lógicas, en este caso las de la guerra, y personalmente me interpela sobre sobre la necesidad de humanizar aquellos que los han mecanizado como maquinas de guerra, ¿qué hacer en eventuales con estas personas después de un conflicto bélico?.
Este tipo de problemáticas, son aisladas, todas las estructuras del guerra arman los cuerpos, constituyen en los sujetos una memoria que pasa por el cuerpo y es instaura en las mentes y los espíritus de los sujetos es decir, la creación de mecanismos que desarmen mentes, humanizar aquellos que ha deshumanizado la guerra.
Pero, mi posición es que nadie debería ir a la guerra.
Duvan Londoño